En la década de 1950 nacía en Francia la agricultura ecológica, fue construida en torno a un modelo que combina nuevas técnicas y economía con un proyecto social más global. Los pioneros de aquellos años ya rechazaban el productivismo agrícola y el uso de pesticidas y fertilizantes químicos. El sistema agrario masivo había perdido de vista, ya entonces, cualquier consideración que no atendiera a una visión extremadamente materialista, por encima de cualquier vínculo entre la agricultura, la alimentación y la salud y la economía justa.

Fue hacia los 70 cuando la agricultura económica dio sus primeros pasos en España de la mano de la Asociación Vida Sana.

Aquellos pioneros ya vieron los impactos catastróficos de la agricultura intensiva en los propios productores, que se volvieron dependientes de la industria para la compra de insumos, la estructuración de su granja, la venta de su producción. Grandes migraciones, desertización de los cultivos, envenenamiento de la producción, grandes tasas de cánceres entre los trabajadores del campo, calentamiento global, disrupciones hormonales, etc. Fue en la década de 1960 cuando ya se mencionaron y empezaron a denunciar los riesgos para la salud y el medio ambiente de la agricultura intensiva y los pesticidas.

El sector de lo ecológico, orgánico o bio, ya no es un nicho de mercado. De hecho, el pasado año representó, a nivel mundial, 106.000 millones de euros, 45.000 millones en Europa y, en el caso de España supera ya los 2.133 millones de euros, con un gasto per cápita que ha superado los 46,5 euros por persona al año.