La Cocina de la Libertad es un concepto de origen español “que permite que haya alta cocina en muchos países y, sobre todo, que haya artistas de la cocina en cualquier lugar y en cualquier momento”.

En pleno siglo XXI, la gastronomía ha dejado de ser un placer lúdico-sensorial para unos cuantos privilegiados y se ha convertido en una de las actividades más importantes en nuestra vida, combinando 4 ingredientes clave: saludable, solidaria, sostenible y satisfactoria.

Saludable.

La gastronomía es una actividad “saludable” porque lo que importa cuando comemos es ingerir los nutrientes necesarios para tener una buena calidad de vida. Por ello, cualquier propuesta gastronómica de calidad tiene que ser saludable. “La gente comerá lo que debe, si le gusta”, como afirmaba el profesor Grande Covián.

Solidaria.

Es una actividad “solidaria” pues ante todo los seres humanos tenemos que poder comer lo necesario acabando así con el hambre y la malnutrición que hay aún en nuestro mundo. Por este motivo, la solidaridad es vital.

Sostenible.

La gastronomía es “sostenible”, pues debe pensar siempre en las próximas generaciones que han de seguir disfrutando del derecho a comer de forma placentera y saludable. Debe ser “sostenible”, respetando siempre el medio ambiente y la ecología, facilitando el placer gastronómico.

Satisfactoria.

Es una actividad que nos produce una gran “satisfacción” y que implica aprender a comer y saber hacerlo para disfrutar al máximo del placer gastronómico. Además, conseguirlo contribuirá a nuestro equilibrio psicológico, una mayor calidad de vida y mayor felicidad.

La Cocina de la Libertad, la cocina de autor, de artista, ha logrado que la gastronomía sea la única actividad cultural que satisface los cincos sentidos. La vista, con los platos emplatados de los grandes chefs que son auténticos Bodegones del Siglo XXI. También, el olfato y el gusto, es decir, el sabor, desde siempre. Pero la Cocina de la Libertad ha aportado también un nuevo placer a la hora de comer, el del tacto, gracias al contraste de texturas y temperaturas en casi todos los platos que actualmente elaboran los grandes chefs en todo el mundo. Y por último el oído, porque a la hora de comer no solamente no es de mala educación hablar sino todo lo contrario. Y cuando uno habla, los demás oyen y, sobre todo, escuchan.

 

Fuente: Google Arts & Culture