En el año 2016 las “Naciones Unidas” estableció el 18 de junio como “Día de la Gastronomía Sostenible”.

La combinación de platos y costumbres culinarias propias de un determinado lugar es una característica más de la diversidad natural y cultural de nuestra tierra. Celebrando este día conseguimos promover unos hábitos alimenticios (incluyendo la producción, preparación y consumo de alimentos) más respetuosos con el medio ambiente y con nuestras tradiciones.

En las comunidades más desfavorecidas, este tipo de gastronomía ocupa un lugar destacado en el desarrollo sostenible, puesto que promueve el desarrollo agrícola, la seguridad alimentaria, la nutrición, la producción sostenible de alimentos y la conservación de la biodiversidad.

Por otro lado, la implementación de una gastronomía sostenible favorece al desempeño del objetivo de desarrollo sostenibles número 2 propuesto por las “Naciones Unidas”: "Un mundo #HambreCero para el 2030 es posible".

 

La importancia de etiquetar el origen de los alimentos que consumimos

Los productos locales de alimentación suponen grandes beneficios económicos y sociales para las zonas rurales, además de potenciar la sostenibilidad y lográndose una cifra anual de más de 50.000 millones de dólares en todo el mundo. Todos estos alimentos tienen sus propias características, cualidades o reputaciones específicas procedentes de su origen geográfico.

Del informe “Fortalecer sistemas alimentarios sostenibles mediante indicaciones geográficas” realizado por la FAO y el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD), se extraen 9 casos relacionados con el impacto económico del registro de Indicaciones Geográficas:

  • Café colombiano
  • Té Darjeeling (India).
  • Col Futog (Serbia).
  • Café Kona (Estados Unidos).
  • Queso Manchego (España).
  • Pimienta Penja (Camerún).
  • Azafrán de Taliouine (Marruecos).
  • Queso Tête de Moine (Suiza).
  • Vino Vale dos Vinhedos (Brasil).

Además de los resultados económicos vinculados al registro de productos locales alimenticios, los productores y procesadores locales en la cadena de valor favorecen a que los sistemas alimentarios sean más eficientes e inclusivos. Juntos, los productores desarrollan las especificaciones del producto y promueven y protegen la etiqueta de origen. 

 

Fuente: Naciones Unidas.